domingo, 7 de junio de 2009

METALLICA en el Foro Sol





El primer concierto que dio Metallica en México se erigió como una noche de leyenda que perdurará en la memoria de todos los asistentes; cada uno contará su versión de los hechos, cada uno lo vivió de manera diferente, pero sin duda cada uno le entregó el corazón y “hasta la última gota de energía”, como lo pidió James Hetfield, a este cuarteto heavy metalero californiano.

Todo empezó alrededor de las siete de la tarde, con el sol a punto de irse a dormir, cuando Resorte rompió el silencio al tocar sus clásicas rolas “América”, "República de ciegos" y “La mitad más uno”. Fueron bien acogidos por el público madrugador que fue llenando el Foro Sol de la ciudad de México. Después, le dejaron el escenario a Avenged Sevenfold, quienes enfrentaron a los presentes con una actitud irreverente y contestataria. Tocaron algunos de sus temas más conocidos, entre los que destacaron: “Almost Easy”, “Afterlife” y “Bat Country”.

Después de esperar más de una hora, tiempo que fue aprovechado por el público para arrojar cerveza indiscriminadamente, gritar, compartir con los amigos los últimos minutos de ansiedad por ver a Metallica y hasta para aplaudirle a la batería de Lars Ulrich cuando fue colocada en el escenario por el equipo técnico, las pantallas proyectaron la imagen de Clint Eastwood (en la escena clave de El bueno, el malo y el feo, clásico spaghetti western de Sergio Leone) y por fin sonaron los primeros acordes de “The Ecstasy Of Gold”. Así quedó establecido que esa noche el tiempo se detenía y estábamos en presencia de una gran banda, cuyo esplendor mítico nos tocó durante poco más de dos horas.

Los corazones se unieron al ritmo que marcó “That Was Just Your Life”, del Death Magnetic, el disco más reciente de Metallica. Al final de dicha canción, James Hetfield dirigió las primeras palabras al público mexicano: “¡Ésta es tu vida, México!”. Le siguieron "The End Of The Line”, “Creeping Death” y “Holier Than Thou”.

Las guitarras de Kirk Hammett se llevaron la noche, por el virtuosismo del músico y por lo vistoso de los diseños que escogió: la primera tenía pintado a Dracula, encarnado por la icónica imagen de Bela Lugosi; luego sacó una blanca con la tabla Ouija en negro (más tarde usó la versión invertida: negra con letras blancas) y una más color café oscuro que traía una etiqueta por demás sugerente: Caution Hot. Por su parte, las guitarras de James fueron más conservadoras, más clásicas; dignas de uno de los más carismáticos front mans de la historia de la música, no sólo del heavy metal.

La producción fue impresionante, trajeron una pantalla central que permitía seguir cada movimiento del escenario con el detalle que todo fan desea. Además de varios fuegos artificiales que fueron bien dosificados a lo largo de la noche.

El sonido de una metralleta fue el marco perfecto para “One”, seguida de la excelsa “Broken, Beat & Scarred”. En general, este concierto tuvo un buen balance entre canciones fundamentales de la banda (como “Sad But True”, “The Unforgiven”, “Master Of Puppets” y “Blackened”) y los nuevos temas que pintan para ser grandes: “Cyanide”, “All Nightmare Long” y “The Day That Never Comes”, el sencillo que logró que muchos seguidores de la vieja guardia volvieran a creer en el poder y la energía de Metallica. Por cierto, que Cliff Burton nos perdone, pero qué bien toca Robert Trujillo.

Uno de los grandes momentos fue cuando James se hincó para hacer llorar a su guitarra al terminar “Nothing Else Matters”. Después vendría “Enter Sandman”, la última de la noche. En todo momento, James mostró su gran amor y entrega a sus fanáticos mexicanos; a cambió recibió ovaciones y manos levantadas. También agradeció que todos estuvieran ahí para celebrar al heavy metal. En efecto, si hay un Dios del Metal, ayer Metallica fue su más pura encarnación.

Obviamente, el concierto no había terminado, faltaba el encore, que corrió a cargo de “Helpless” y “Trapped Under Ice”. Después la gente les lanzó porras, gritos de amor, aplausos… lo que fuera con tal de arrancarles una canción más, una más… el público recibió a cambio las plumillas que James y Kirk lanzaron a manos llenas, incluso Lars se animó a regalar sus baquetas. Por fin, los cuatro integrantes de Metallica sonrieron, intercambiaron miradas cómplices, ocuparon sus respectivos lugares y nos regalaron “Seek & Destroy”.
La super banda cumplio, ¡ METALLICA POR SIEMPRE!

1 comentario:

  1. BUEN REPORTAJE GERMAN
    YO FUI EL SABADO Y SIMPLEMENTE ESTUVO INCREIBLE

    SALUDOS

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